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Insomnio

​

Desde mi cama hablo. Desde mi cama.
Con la hacienda del sueño, patriarca de la noche,
dejo caer la última línea amordazada.

Cuatro estrellas vienen a verme, y la lámpara se detiene.
No hay mesa imperfecta ni cajón desencajado,
hay un suburbio de fuegos opacos
que se estiran y dibujan debajo de mis párpados.

​

Desde mi cama y desde mi silencio hablo. Desde mi cama.
¡Cuán estrecho es el pasillo de las mieles!
En los rincones mayores de mi soledad esquiva
la traición augura una locura creciente,
una locura que duele.

​

En la percha tengo colgada una hora.
Una hora que es ya tarde.
Y en la hora, una traca enfurecida
explota sobre el fango su saliva
al pie de un lacrimoso sauce.

​

En la percha tengo colgado un minuto.
Un minuto donde baila, crucificado, mi retrato.
Y en la cima de mis mejillas,
dos linternas tocarán la sirena
de un barco mutilado.

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