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De ventana a ventana
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Antes de las 12:00 del mediodía de los jueves, yo ya andaba buscando desde mi ventana tu sonrisa tras los cristales de la tuya. Era el día y la hora en la que, a base de repetición, habíamos acordado cruzar nuestras miradas cada semana. Jamás nos dijimos nada. Sólo recuerdo que, después de un rato, siempre acabábamos riéndonos a carcajadas, como dos tontas.
De pronto, el otro día y, tras echar vaho en el cristal, dibujaste un corazón. Me puse tan nerviosa que me eché a llorar de alegría. No sé cómo se tomarán nuestras respectivas familias que haya surgido el amor entre nosotras, así, sin avisar y desde el silencio. Habrá que preguntarles.
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